No sabemos con certeza de dónde vino el SARS-CoV-2, pero la mayoría de las pruebas hasta la fecha respaldan la explicación natural de un “desdoblamiento” (es decir, el virus pasó de los animales a los humanos).
Han pasado más de 3 años desde el inicio de la pandemia de COVID-19 y todavía no podemos precisar en que momento el SARS-CoV-2 infectó por primera vez a un humano. Hay dos hipótesis principales circulando:
• El virus se originó en animales y se “propagó” en los humanos.
• El virus se filtró accidentalmente de un laboratorio que trabajaba con coronavirus.
En la actualidad, la comunidad científica generalmente favorece la hipótesis de la “propagación” en lugar de la hipótesis de la “fuga de laboratorio”. Esto se basa en varias pruebas, como la composición genética del virus y cómo se propagó desde el mercado de Huanan en Wuhan. El primer grupo de casos de COVID-19 ocurrió en personas que habían visitado la sección del mercado donde se vendían animales vivos que son susceptibles al virus. También hay antecedentes de virus que saltan de animales a humanos (“enfermedades zoonóticas”), incluido el SARS-1, el MERS, el VIH/SIDA, el ébola y otros virus. Sin embargo, ninguno de estos casos prueba que el mercado sea el origen de los primeros casos en humanos.
Muchas personas que apoyan la teoría de que el COVID-19 se originó en un laboratorio argumentan que es demasiada coincidencia que el brote haya comenzado en Wuhan, a solo unas pocas millas de distancia de un instituto de virología que recopila y estudia los coronavirus. Sin embargo, no hay casos conocidos de COVID-19 que se puedan rastrear hasta el laboratorio o que estén conectados geográficamente con el laboratorio. Además, la composición genética del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, no se parece a las cepas de coronavirus que se están estudiando en el laboratorio. Esto no significa que la teoría de la “fuga de laboratorio” sea imposible, pero sí significa que la probabilidad de que sea cierta es baja.
Rastrear los orígenes de un virus puede llevar muchos años de cuidadoso trabajo de campo. A pesar del hecho de que la mayoría de los científicos aceptan la hipótesis del “derrame” natural, debemos enfrentar el hecho de que es posible que nunca lo sepamos con certeza. Es muy posible que no exista ninguna evidencia definitiva.
Es importante mantener la mente abierta y considerar cualquier nueva evidencia que salga a la luz. Esta es la esencia misma del proceso científico. La ciencia no es un conjunto de hechos fijos, sino un proceso en constante evolución de probar, cuestionar y actualizar lo que sabemos con base en nueva información.
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